Taoísmo – La antigua doctrina del «Tao

El taoísmo se considera una de las religiones autóctonas chinas más antiguas. Se supone que fue fundada a principios del siglo VI a.C. por el antiguo filósofo chino Lao Tzu.

Las leyendas sobre Lao Tzu son increíbles. Se cree que tenía un don mágico y hay muchos rumores improbables en torno a su nacimiento, el más común de los cuales es que nació de un rayo de luz. Los documentos históricos demuestran que Lao Tzu nació en Luoyang en el seno de una familia de ciudadanos acomodados. Ejerció la mayor parte de su vida como archivero y murió en el año 517 a.C.

El taoísmo es una religión basada en la doctrina del «Tao», el camino para alcanzar la armonía. El Tao es el principio de todo y su regla básica es seguir el propio destino («la corriente de la vida») sin resistencia y, a veces, simplemente siguiendo la corriente. El principio principal del taoísmo es el equilibrio y la interrelación del «yang» masculino y el «yin» femenino.

En la base de la masculinidad «yang» están todas las cualidades virtuosas, las femeninas «yin», por el contrario, son todas las cualidades pasivas, «oscuras», pero sin una no hay otra, lo que conduce al caos. El taoísmo ofrece una vía para lograr la armonía entre el «yin» y el «yang».

El libro sagrado del taoísmo, si es que puede llamarse tratado filosófico, es el Tao Te Ching, atribuido a Lao Tzu. El libro describe la estructura del mundo, donde la principal fuerza motriz es el «Tao». Con la ayuda del Tao se puede alcanzar la inmortalidad (longevidad), muy valorada por los chinos.

En el centro del Tao está la energía qi. Es una especie de ciclo cósmico, que incluye la energía del qi humano y la energía de todos los seres vivos del entorno. Los taoístas suelen llamar a esta energía «chi», «fuerza vital», que es comparable a la sangre en el cuerpo humano. Sin ella, ningún organismo vivo del universo podría sobrevivir.

Con la ayuda de la energía «chi» se puede establecer una conexión entre el cuerpo humano, la mente y el entorno, que es el objetivo principal de todos los seguidores de esta doctrina filosófica. La forma más común es mediante ejercicios especiales de respiración «tai chi chuan», a través de los cuales uno puede conectar su energía «chi» con la energía natural «chi».

La técnica del «Tai chijuan» se ha convertido en la base de todas las artes marciales de China y con su ayuda se puede concentrar la energía del «chi» para poder resistir a un adversario con la ayuda de los poderes del cielo y la tierra.

Hay que tener en cuenta que el taoísmo ha desarrollado varios sistemas interrelacionados para gestionar la energía del «chi», que están diseñados para lograr la armonía. De hecho, la técnica de respiración «tai chi chuan» forma parte del antiguo arte chino de autorregulación del cuerpo, el «qigong». El «Qigong» se utiliza muy a menudo en las artes marciales y la medicina, ya que favorece la relajación y el despertar espiritual y físico. Incorpora la práctica meditativa, ejercicios de respiración, diversas prácticas marciales y teorías filosóficas. A través de años de práctica y dominio de las técnicas de qigong, los monjes chinos impresionan al mundo con su capacidad de sobrevivir durante largos periodos sin comida, agua o incluso aire. Considerando el «qi» como la base de todo ser y la armonía del «yin» y el «yang» como el objetivo principal de todo seguidor del taoísmo, el «qigong» es un mecanismo peculiar para lograr esta armonía.

En la Edad Media, el taoísmo se dividió en dos ramas: la filosófica y la religiosa. Este último se enriqueció con nuevos dioses, como Yuidi, gobernante supremo al que se subordinan el cielo y la tierra, o Zhao-wang, dios del hogar. La corriente filosófica se desarrolló en la medicina, las artes marciales, la literatura, la pintura y mucho más.

En la actualidad, el taoísmo está muy extendido en toda China. Está estrechamente entrelazada con otras religiones de China, como el budismo y el confucianismo. Esto se puede apreciar en los numerosos templos y monasterios, donde los principios de las tres religiones chinas pueden verse en las inscripciones murales y los frescos. Esto es particularmente evidente en las pinturas murales del complejo de cuevas de Mogao y en las ruinas de los antiguos templos de Gaochan, donde además de las deidades budistas, también están presentes las deidades taoístas.

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